sábado, 10 de diciembre de 2011

Comparaciones

Estos días me la he pasado comparando mi vida a la de los demás, cosa que no se debe de hacer, pero ya que estamos en eso y no se puede remediar, más vale disfrutarlo.
Visito el Facebook de la persona que me gustó durante toda la primaria. Fue a la primer persona que le dije que me gustaba y dejó de hablarme. En ese entonces lo mandé a la chingada, hoy lo recuerdo y me río, pues a fin de cuentas son rollos de la infancia. 
Veo otra página, una ex-amiga con la que me llevaba bien a expensas de burlarme de los demás. Los chismes corren rápido y me enteré por compañeras en común que quería amarrar a su novio con un hijo. Desde chiquita estaba trastornada la pobre, buscando sentirse cool a base de hacer sentir mal a los demás. Sobra decir que a ella también la mandé a la chingada.
Estos días he sentido vilmente la presión de querer ser alguien en la vida. ¿Pero cómo? Me asusta y me encanta la idea de formar una familia, pero conscientemente sé que no es algo que quiera en estos momentos. Sé que quiero salir de mi casa, aventármela en friega unos años antes de alcanzar cierta estabilidad económica y emocional antes de meterme a "bailes de bóxers" (en vista de que con los hombres son "bailes de faldas"...).
Hablé con un muy buen amigo que vive en el extranjero pero que un tiempo estuvo viviendo en Querétaro, y me dice que la cultura mexicana se centra mucho en el matrimonio.
Caí en la cuenta de que me estaba dejando influenciar mucho por esto, pero en un sueño vi que realmente nada más estaba dejando que me empujaran a hacer algo que no quería hacer. El subconsciente está seguro de que no quiere eso y por lo menos ya es ganancia. Desafortunadamente también insiste en que siga sufriendo por algo que ya no existe y nunca volverá a ser igual, así que cuando eso pasa, igual lo mando a la chingada. Y al despertar corro a checar el celular y asegurarme de que verdaderamente no cometí la estupidez de mandarle mensajes de córtate-las-putas-venas al susodicho que se ha vuelto casi innombrable en mi vida.
Salgo de sus fotos y me voy a la página principal del que me gustaba. Veo que estudió deportes. ¿Por qué no pude yo estudiar algo así, concreto, "a lo que voy"? "Negocios Internacionales" suena tan odiosamente vago... ¿Qué chingados hago? Pues lo que se me atraviese y que más me guste. Precisamente por eso la elegí, para tener variedad de opciones. Quisiera adelantar el tiempo y estar a año y medio de aquí para ya haber terminado mi carrera y poder seguir mi vocación. No una carrera que cualquier idiota puede estudiar. Tener una vocación...
Lo malo es que me gustan las letras pero de éso no quiero vivir. Veo a J.K., a Stephen King, o yéndome por lo bajo: Tuve un maestro de inglés al que le asignaban escribir 10,000 palabras en 4 días acerca de un tema. No es difícil. Supongo que ya haciéndolo incluso podría llegar a ser hasta divertido. Un deporte. Práctica, como fuera. Pero para eso tengo mi blog, para practicar. No quisiera tener una historia que valiera la pena contar, desarrollar, redactar adecuadamente, y que me presionaran con tiempos o que me hicieran cambiarla por motivos de mercadotecnia. 
Escribir para mí no es un simple hobby, es quien soy. Me encanta. Me define. Y esto ha sido así desde que me dieron mi primer diario o desde que tenía 6 años y me planté frente a la computadora a escribir mi primer historia de terror. Que más que terror, eran aventuras. Siempre me ha gustado eso.
Recuerdo cuando me asustaba ver Jurassic Park, o me aterraba la Momia. Y ahora me encuentro viendo The Walking Dead y brincando como brincaba de miedo en aquel entonces.
Recuerdo que durante muchos años me hacía una cola para atrás y apretaba muy bien mis tenis, para que si ocurría cualquier aventura, yo estuviera lista para correr sin que se me saliera el zapato por el arrancón, ni me estorbara el pelo en la cara. Tal vez por eso tampoco era buena para las relaciones interpersonales en aquel entonces. Me agradaba más estar en un mundo de fantasía que viendo los "horrores" ortográficos de mi maestra de 4°. Tal vez eso fue lo malo de aprender a escribir en el kinder, que en la primaria yo estaba corrigiendo mi ortografía mientras que mi maestra apenas estaba aprendiendo a escribir.
El problema es que, además de que no me interesa si mis libros venden o no, de nada serviría que me enfocara en eso aquí. En México muy pocas personas leen... Planeo el próximo semestre realizar un estudio de mercado acerca de eso, para ver cómo vender mi libro.
Pero da igual... Lo que quiero escribir lo ideé cuando tenía 17 años y no creo que mis compañeros de veintitantos sean lo suficientemente maduros para leerlo, comprenderlo o disfrutarlo como me gustaría que lo disfrutase el lector.
Aunque insistom en que me vale madre: La satisfacción será escribirlo y publicarlo... Dejaré de hacerme mensa, sería EXCELENTE que vendieran mis libros. No por el reconocimiento del mundo, sino por la satisfacción personal que eso me traería. De todas formas no pienso publicarlo con mi nombre real. ¿Para qué? ¿Para ser asediada por mis fans? ¿O para que las ventas que tenga sean falsas ya que nada más lo adquirirían mis parientes y amigos? No me veo regalándoselos. La persona que escribe es un tanto diferente de la que ven, sobre todo mis familiares.
En fin, falta rato para eso. La última vez que revisé, necesitaba como $10,000 para publicarlo. De momento en mis ahorros sólo está la vigésima cantidad del total que necesito, sin contar la inversión en tinta y electricidad gastada en la elaboración del producto.
Nos leemos.

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