jueves, 18 de octubre de 2012

¡Viene, viene!

Ahora que ya finalmente le perdí el miedo al carro y lo muevo para acá y para allá, poco a poco voy desarrollando cierto odio por diversos personajes que antes me eran indiferentes.
Los camioneros siempre me han caído bien. Hay algunos que manejan como cafres, parece que traen vacas y te echan el camión encima, pero a esos los ignoro y ya, y mejor le cedo el paso a aquellos que me lo piden amablemente y hasta las gracias me dan, cosa que la mayoría de los automovilistas ha olvidado hacer.
Los taxistas me caen mal. Tanto cuando voy a pie como cuando voy en carro, son un estorbo, manejan lento y se sienten la gran mierda porque se la pasan todo el día en la calle. No porque yo masque chicle a todas horas ya me hice profesional en esa actividad.
Los peatones son la onda en cuanto a tendencias suicidas. Algunos de ellos no saben para qué se hicieron las banquetas o los semáforos, o no entienden el concepto de que para cruzar una calle primero hay que abrir los ojos.
Las mujeres al volante son un caracol andante, pero hay uno que otro hombre que también maneja pésimamente mal y me desespera todavía más porque yo tengo la estúpida esperanza de que llegue a avanzar de manera normal.
Pero a quienes más odio, a quienes aborrezco con todas mis fuerzas, son a los mentados Viene, viene.
Cuando mi abuelo vivía, hace unos 40 años y los niños se quedaban cuidando carros a cambio de unas monedas, ellos le preguntaban: ¿Le cuido el carro? A lo que contestaba: No, gracias, se cuida solo. 
¡Cómo quisiera tener la posibilidad de seguir contestando eso! Pero nada más suscitaría que me rayaran el carro o me faltaran al respeto.
¿Será acaso que esos niños crecieron y son los que ahora me siguen con la mirada cuando llego a la casa? En frente de mi hogar hay amplio espacio para que se estacione cualquier persona, así que ahí fue que llegó el primer huevón. Luego fueron dos. Ahora ya son 5 los que "laboran" ahí. Dice un primo que son ellos los que están checando a las personas nuevas que llegan para avisarle a otros y que vayan y les roben sus pertenencias. Yo no sé, yo me los imagino más en negocios de drogas, pero no lo sabemos hasta que se realice la autopsia. 
Es enervante que lo que antes solía ser una calle muy linda y tranquila ahora se afee por esa bola de nacos sin nada qué hacer. "¡Es que no hay trabajo!" ¡CLARO QUE HAY TRABAJO! Hay decenas de empleos decentes en la ciudad, pero ellos esperan sacar una millonada sin hacer nada. El problema es que hasta a la policía tienen comprada y aparentemente no le hacen daño a nadie, sino ya se las hubiera echado. Pero no creo que a las personas que se estacionan ahí todos los días aprecien mucho tener que estarles dando 5 pesos diarios a esa bola de malvivientes. 
¡Señor! Hazlos estériles para que haya un mejor control de población...

Tradiciones y traumas

Uno se da cuenta de que va llegando el otoño cuando los días se vuelven más cortos, cuando las mañanas están nubladas y cuando de repente nos ponemos melancólicos sin necesitar muchos motivos o pretextos.
El día de ayer no tuve mi siesta al regresar de la Universidad porque saliendo de la misma me fui a dar la vuelta al Centro con unos amigos. Ellos iban a un mandado y yo quise aprovechar para ver disfraces y tal vez agarrar alguna idea para la fiesta de Halloween. Es tan extraño que por primera vez en 15 años no tenga mi disfraz planeado desde septiembre. Me encanta esta tradición. Amo el día de muertos, pero eso es algo más solemne. El Halloween antes era pretexto para demostrar cómo era yo realmente. Ahora ya lo demuestro todos los días, así que se vuelve excusa simplemente para disfrazarme y llamar la atención.
No encontré nada que me fuera a comprar, quizás porque los disfraces más padres costaban alrededor de 1000 pesos y no es algo que esté dispuesta a gastar en algo que usaré si acaso dos veces en esta vida. En cambio, cuando llegamos a comer una nieve al McDonald's que nos invitó un amigo, la plática se puso interesante en el sentido íntimo y pornográfico.
Todo el día me la había pasado bromeando en doble sentido y disfrutando las reacciones de mi compañero, que desconocía que yo soy una alburera de lo peor y que no me molesta para nada seguirle el cuento a los muchachos un rato. Llegó finalmente el momento de ponernos serios y hablar acerca de experiencias pasadas. Éramos 3 personas nada más, y cobijados por la discreción del aire acondicionado del lugar, salió la pregunta del millón: ¿Con quién fue tu primera vez?
Este tema no es uno del que me guste hablar, y de hecho sólo hablo de él con mis amigas más cercanas. Con cualquier otro metiche alego el mismo argumento: No te voy a decir. Porque si te digo que ya lo hice, pensarás que soy puta. Si te digo que no lo he hecho, pensarás que soy mojigata o que mi pareja no sirve o no le funciona. 
A ambas personas con las que iba ya les conocía sus secretitos, así que me puse a tirarle pedradas a una de ellas, porque comentábamos que si tu novio te preguntaba que si ya lo habías hecho, ¿qué respondías? Yo alegué enérgicamente que debías contestarle con la verdad. "¡Pero esas preguntas no se hacen!" Definitivamente que no se hacen entre amigos, pero con tu pareja tienes no sólo la responsabilidad sino la obligación de decirle si has estado anteriormente con alguien o no. Si no lo has estado, por ti, para que tomen en consideración que tú no vas a tener conocimientos, experiencia y que deben llevársela con calma. Si ya has estado con alguien, por ellos, y por ti misma, para que no haya problemas o falsas acusaciones en el futuro en caso de que llegue a haber un problema.
De repente se inmiscuyó alguien en la plática. Una extraña que estaba comiendo a nuestro lado, nos dijo:
"Perdón que me meta, pero estoy de acuerdo con lo que ella dice. Mi marido es divorciado, y cuando éramos pareja, ambos queríamos estar juntos, pero yo le dije que primero tenía que hacerse la prueba del SIDA. Él ni renegó ni chistó. Fue, se la hizo, me entregó los resultados, y ya llevamos 9 años juntos."
Sentada junto a ella estaba su hija de 4 o 5 años comiéndose una hamburguesa.
Yo comenté que era porque existía la confianza, y el valor moral para hacer las cosas de manera cabal y correcta.
Actualmente las personas tenemos relaciones sexuales con nuestras parejas a muy temprana edad, sin importar que nos vayamos a quedar con esa persona para toda la vida o no, pues es algo completamente natural.
¿Con qué se escandalizarán más las personas conservadoras?
¿Con el hecho de que se embarace una muchacha de 15 años porque se dejó llevar por la emoción del momento? ¿Con que tu hija llegue y te diga que le contagiaron herpes porque le dio pena hablar de sexo? ¿Que tu pareja te mienta desde el principio porque no quiere que pienses que ya está usada?
A mí me da coraje que en esta sociedad seamos una bola de hipócritas en cuanto a estos temas, que las mujeres, sobre todo, sean capaces de ser de acciones y piernas abiertas y se la pasen hablando de pendejada y media con su pareja en lugar de platicar las cosas que son realmente importantes.
La señora se retiró con su hija y nosotros continuamos con el tema, pero la persona a la que le dije la indirecta, acompañada de unos ojos a los que nada más les faltaba tener flechas, sigue sin decirle la verdad a su pareja aunque él ya haya admitido que para él no era su primera vez con una mujer.