lunes, 24 de mayo de 2010

Random

Hoy tengo ganas de escribir sin ton ni son, así, como acostumbro.
Estoy en el estudio y por fuera los árboles de la acera de enfrente se mecen fuertemente con el viento. Ayer estuve asada beyond help y la miserable brisita que soplaba no me alcanzaba ni a acariciar las mejillas.
Estoy viendo fotos de unas conocidas mías, y me emperra, y me emperra que me emperre, pues me doy cuenta de que, a pesar de fingir superioridad, no dejo de ser mujer (por envidiosa) y de ser criticona. Creo que si dejara de ser cualquiera de las dos, dejaría de ser tapatía, y ése sí sería un verdadero sacrilegio.
Veo fotos de una ex-amiga mía, ¡y me da coraje! ¡Lo admito! Me da coraje que ella, tan simple, sencilla, cara redonda, hocico de Steven Tyler, sea dizque modelo nomás porque está blanca, transparente. Ni alta está, la pobre criatura... Pero aparentemente la gente no busca belleza, nada más que se ajuste al estándar.
¿Qué idiotez es esa? Yo cuando estaba en la secundaria decía que me gustaba Harry Potter porque se ajustaba a mi estándar, pero yo bien sabía que no me gustaba. Pelo negro, sí, ojos azules, sí, extranjero, sí, blanco, sí... ¿Guapo? ¿Buen actor? ¿Desenvuelto? ¿Carismático? ¿Cabrón? A todo esto, un rotundo NO.
Por eso ya no me engaño. ¿Los hombres acaso se fijarán en éso? ¿O se contarán con la mano aquellos que se fijan exclusivamente en la cara? Digo... No que: Ay, voy por la calle y me fijo nada más en si una muchacha está bonita. ¡A huevo que no! En la calle todos vamos viendo si alguien está guapo, bueno y sabroso...
Me refiero a las personas a las que les gustan.
Estoy diciendo puras estupideces... A la fregada se irían tantos años del refinamiento humano si nos fijáramos en una cara bonita con un cuerpo poco dado a la estética. Si de por sí nos juntamos con puros adefecios...
Mi estómago ruge sin compasión. Tengo un hambre increíble, y el ver las fotos de un amigo en las que se pusieron a preparar chilaquiles rojos, con sus tiritas de queso encima... Y creo que tomaron agua de horchata, no estoy segura, pero dudo mucho que hayan acompañado los mentados chilaquiles con rompope, ¿verdad?
Y me he vuelto más aguantadora con el alcohol... Antes no podía tomarme media cerveza sin estar más pa'llá que pa'cá. Ahora ya me tomo 2 y me siento bien. Is there even a buzz?
Paso a retirarme. Me quitaré el maquillaje que me hace camuflarme y parecer un tanto más normal entre la multitud.
Y disfrutaré una deliciosa pasta con pesto, seguida de un pastel de carne acompañado por calabacitas y crema...

martes, 4 de mayo de 2010

Noviembre

"Pero, ¿qué es este dolor inquieto, del que nos enorgullecemos como del genio y que escondemos como el amor? No lo confesamos ante nadie, lo guardamos para nosotros mismos, lo estrechamos contra nuestro pecho entre besos y lágrimas. Sin embargo, ¿de qué podemos quejarnos? ¿Qué es lo que nos vuelve tan sombríos, a esa edad en la que todo nos sonríe? ¿Acaso no tenemos amigos entregados, una familia de la que somos el orgullo, botas de charol, un abrigo forrado, etcétera? ¿No será que este enorme sufrimiento sin nombre no es sino una rapsodia poética, el recuerdo de malas lecturas o una amplificación retórica? Pero entonces, ¿la propia felicidad no será asimismo una metáfora inventada en un día de tedio? Lo he dudado durante mucho tiempo, pero ya no tengo dudas.
No he amado nada ¡y habría querido amar tantas cosas! Tendré que morir sin haber probado nada bueno. En estos momentos incluso la vida humana me ofrece aún mil aspectos que apenas he llegado a vislumbrar: ni siquiera he oído nunca el sonido de un cuerno en lo profundo del bosque, junto a un manantial impetuoso, a lomos de un caballo jadeante; tampoco he sentido nunca cómo, respirando el aroma de las rosas en una dulce noche, otra mano se estremece en la mía, tomándola en silencio. ¡Ah! Estoy más vacío, más hueco, más triste que un tonel desfondado, cuyo contenido se ha consumido por completo y en cuya lobreguez tejen sus telas las arañas.
(...)
De modo que yo era igual a todos los demás, un hombre que vive, duerme, come y bebe, que llora y ríe, encerrado por completo en sí mismo y que, vaya a donde vaya, encuentra en su interior las mismas ruinas de esperanzas, destruidas apenas comienzan a alzarse, los mismos residuos de objetos triturados, los mismos caminos mil veces recorridos, las mismas profundidades inexploradas, aterradoras e insufribles. ¿No estás, como yo, cansado de despertar toda las mañanas y de ver siempre el mismo sol? ¿Cansado de vivir la misma existencia y de sufrir el mismo dolor? ¿Cansado de anhelar y de sentir repugnancia? ¿Cansado de esperar y de poseer?"

Flaubert, Gustave. Noviembre. Trad. Olalla García. Segunda edición. 2007. Madrid: Impedimenta, 2008. Impreso. p. 34-35